La SGAE cobra a las peluquerías por escuchar la radio, y también cobra a las radios por emitir el mismo contenido, aplicando tarifas generales que no tienen en cuenta si el material difundido pertenece o no a su repertorio. Cobra por todo, y encima dos veces.

Los músicos ya tienen claro que la aparición de intermediarios que comercialicen sus creaciones les puede hacer perder la libertad de distribuir sus propias obras.
Se suele pensar que las licencias Creative Commons o similares equivalen a obra gratuita. En realidad este sistema permite firmar contratos y vender música bajo protección y validez jurídica.
Las nuevas tecnologías hacen que sea posible producir y distribuir CDs con costes muy bajos y pretender cobrar por ser oídos no siempre se traduce en mayores ganancias, sino seguramente en menos audiencia. Como decía el poeta: si no consigues el top-ten, por lo menos el top-manta.

Las peluquerías, agradecidas, han decidido dar algo a cambio….